martes, 2 de junio de 2009

Pensamientos sobre la Teoría de Darwin



La teoría de Darwin sólo es comprensible en un marco intelectual crecientemente influído desde el siglo XVIII por ideologías liberales y "progresistas".

Este racionalismo científico y este nuevo activismo político es el que alimenta la filosofìa transformista de la época.

Darwin había descrito su teoría de la Evolución en 1844, quince años antes, pero no se había atrevido a publicarlo por miedo a sus repercusiones.

La obra despertó encendidas polémicas en todo el mundo, y no era para menos. La teoría de Darwin ponía en entredicho la condición del ser humano y su lugar sobre la Tierra, al plantear que su existencia respondía al mismo mecanismo que el resto de los animales. Es decir, el ser humano no descendía de Adán y Eva, sino de especies animales ancestrales parecidas al mono.

Todavía hoy, la Teoría de la Evolución de Darwin genera rechazo en muchas personas.


Es extraño que aún en nuestros días se intente prohibir una teoría científica, pero ocurre, y encima en uno de los países más avanzados de la Tierra: Estados Unidos. Una fuerte corriente de opinión no quiere que las ideas de Darwin sean enseñadas en los colegios. Incluso en Europa el tema ha llegado a discutirse.

El tema fundamental de la controversia es que la teoría golpea el ego de la humanidad, que por milenios se ha juzgado a sí misma no como una especie natural, sino los “hijos de Dios”. La teoría de Darwin incluyó al ser humano en una enorme cadena de acontecimientos naturales, quitándole su condición privilegiada. Incluso quienes han abrazado la teoría para fundamentar ideas racistas, entendiéndola en el sentido de la preponderancia de los más fuertes, se equivocan profundamente.

Es absurdo en la teoría de la evolución hablar de seres superiores, pues la evolución en su conjunto no tiene un propósito, no tiene una meta en base a la cual discriminar superioridades o inferioridades. Se dice, incluso, que una de las motivaciones personales de Darwin fue su rechazo por la institución de la esclavitud: él quería demostrar que unas razas no podían pretenderse superiores, o más humanas, que otras.

Al abolir las jerarquías entre los seres vivos, al mostrarnos a todos los seres humanos como parte de un mismo proceso biológico con las demás especies, descendientes todos de unos mismos organismos, mucho más semejantes que diferentes incluso con los seres vivos más distantes de nosotros, Darwin nos despojó de una ilusión

.

Darwin no tomó a la ligera las repercusiones que podrían tener sus ideas; las maduró a lo largo de más de veinte años, reuniendo mucha información de la vida natural de distintas partes del mundo. Para ello, fue clave su participación en la expedición de Fitzroy, en calidad de naturalista, a bordo del barco Beagle.

En 1859 publicó sus conclusiones en El origen de las especies, uno de los libros con mayor impacto en la historia de las ideas, donde desarrolla la tesis de la selección natural para explicar la sobrevivencia, extinción y transformación de las especies, proceso que habría permitido que algunos seres vivientes ancestrales evolucionaran hasta dar forma a la vida actual del planeta.

Las implicaciones específicas de su teoría para el ser humano las desarrolló él mismo en El origen del hombre y la selección sexual, donde razona que el ser humano apareció de manera evolutiva al igual que las demás especies vivientes, y que tendría un origen común con el mono.

La idea de la evolución fue mencionada y hasta desarrollada por otros científicos y pensadores, incluso simultáneamente a Darwin.

El impecable acopio de pruebas y la argumentación de Darwin fue la que instaló hasta hoy a la teoría de la evolución como un paradigma científico irremplazable.

Aunque las comunidades científicas aceptan y siguen desarrollando la teoría de la evolución, y la consideran basada en pruebas contundentes, la aversión de los grupos ultra conservadores no es menos importante, y la verdad es que nos hace meditar sobre la solidez de la civilización.

En EEUU dos terceras partes de los republicanos rechaza la teoría de la evolución, y en la población general hay más personas que creen en el diablo que en ella.

Frente a opositores con más sentido común, que opinan que la vida en la tierra, con todo su esplendor y complejidad, implica algún tipo de “diseño inteligente”, hay un gran número de creyentes que interpreta la Biblia al pie de la letra.

En todo caso, nada de esto sería una novedad para Darwin, cuya propia esposa, Emma, nunca se convenció de la teoría, y no le entusiasmaba nada que su marido la publicara.



Nerea Márquez Delgado

Sara Cabrera Fernández



No hay comentarios:

Publicar un comentario